Palabras
Claves: Globalización, Estado, Integración, Desarrollo,
Políticas Públicas.
Resumen: La
aparición de la Globalización como fenómeno y la introducción de nuevos
mecanismos de integración en América Latina y el Caribe, suponen para el Estado
una nueva concepción y adaptación a las realidades de sus fronteras. Alcanzar
el desarrollo como meta principal supone el empleo de las herramientas institucionales
para el logro de sus objetivos así como salvaguardar la identidad propia, la
soberanía y la seguridad de su territorio muy a pesar enfrentar nuevos flagelos
como el narcotráfico y la violencia que han encontrado en estos espacios
tradicionalmente desasistidos el clima ideal para su accionar.
Keywords: Globalization,
State,
Integration, Development, Public Policy.
Abstract: The appearance of globalization
as phenomenon and the introduction of new mechanisms of integration in Latin
America and the Caribbean, pose to the State a new conception and adaptation to
the realities of their borders. Achieve the main goal of development is the use
of corporate tools for achieving its objectives and to safeguard the identity,
sovereignty and security of its territory in spite confront new scourges such
as drug trafficking and violence found in these spaces traditionally
disadvantaged the ideal climate for their actions.
Introducción:
Las
dinámicas originadas a raíz de procesos globales y regionales han tenido
repercusiones en las definiciones fronterizas así como en las relaciones entre
el Estado y la sociedad, obligando a las distintas instituciones y
organizaciones a redefinir sus actividades a fin de afrontar los nuevos retos
que estas traen consigo.
A
lo largo de la historia reciente en especial en América latina y el Caribe, las
fronteras están pasando de ser simples espacios o barreras de poder y control
de la soberanía de los Estados para convertirse en espacios de desarrollo, integración
y cooperación con las naciones vecinas. Son muchos los cambios sociales,
culturales, políticos y económicos que han impulsado una nueva concepción de
las fronteras como polos de integración.
Al
respecto Montalvo (2006) establece que “bajo una perspectiva holística, las
fronteras son mas que sólo espacios económicos y el desarrollo de alianzas
entre intelectuales y la academia en general, permite develar todo el peso de
los procesos identitarios, sociales y culturales entre los pueblos. Nuestros
países no pueden aplazar mas la construcción de una buena vecindad, son
múltiples los imperativos que abocan por ello, no solo por los intereses
comunes que los congregan sino por la
importancia estratégica que tiene la integración para el desarrollo”.
Bajo
esta premisa y necesidad imperante de los pueblos, el Estado está en el deber
de abocarse dentro ese proceso de innovación y transformación institucional que
exige el proceso de desarrollo, a complementar sus funciones dentro de una
visión global y a transformar sus instituciones a fin de adaptarlas a las
nuevas realidades y necesidades en especial en los espacios fronterizos como ejes
de la integración regional.
Las transformaciones globales y la nueva concepción de las
fronteras
A
raíz del fenómeno de la Globalización y de los múltiples avances tecnológico y
cambios sociales, culturales y políticos, la humanidad comenzó una nueva etapa en la
búsqueda de mejores condiciones para desarrollar sus pueblos y ciudades,
gestándose especialmente el Latinoamérica y el Caribe procesos de integración a
fin de mejorar las condiciones de vida sus ciudadanos y poder competir en
bloques ante las naciones desarrolladas.
Efectivamente,
la globalización económica ha sido vista como el factor principal causante de
la de-territorialización del Estado y se asocia con el derrumbe de las
fronteras (Newman 1999). El Estado experimenta una re-configuración espacial
significativa al mismo tiempo que la soberanía se debilita debido al
establecimiento de una supranacionalidad global y formas intra-regionales de
organización territorial y espacial (Kirby 1999).
En
este contexto, el concepto de frontera como un simple espacio de conflicto, de
paso, de representación emblemática, de relación con la nación vecina, de soberanía,
identidad propia y de seguridad nacional pasa a ser como la define Nweihed, K.
(1990) “Una franja potencialmente habitable por un conglomerado humano,
perteneciente a dos nacionalidades distintas, pero que se hayan en el espacio
compartido frente a unas realidades objetivas que tienden a la creación de un
subsistema común en que además de conservar cada quien sus características de
su identidad origen, se agregan otras características híbridas que son el
producto inmediato y necesario de la vecindad”.
La
función de las fronteras ha pasado a ser de facilitador del proceso de
integración y cooperación en el marco de un proyecto global de integración
regional o supranacional. Es evidente, entonces, que los cambios y
transformaciones mundiales están afectando la estructura territorial del Estado
y sus componentes. Esto conlleva particularmente al cuestionamiento del rol del
Estado – nación como contenedor del poder, la validez de la idea de la
soberanía y la validez de los conceptos afines, tales como territorialidad,
identidad, fronteras entre otros (Newman 1998) citado por Linares (1999).
Destaca
en la nueva concepción de las fronteras su papel de facilitador de los nuevos
procesos de integración que se están gestando como la herramienta esencial para
el desarrollo de los pueblos latinoamericanos luego del fracaso del modelo de
industrialización imitado de los países desarrollados los cuales no tomaron en
cuenta las realidades locales de estos países de la llamada periferia. Al
respecto. Prassi (1999) sugiere que la nueva perspectiva en estudios de
frontera debe identificar lo fronterizo como un proceso social y de discurso más
que la resultante del establecimiento de líneas.
Los
recientes procesos de integración en Latinoamérica y el Caribe (ALBA, MERCOSUR,
UNASUR, CELAC) dan muestra de la necesidad imperante de cooperación de los
pueblos en la búsqueda de mejores condiciones de vida para los ciudadanos,
desarrollo de sus economías y reducir la dependencia de patrones ajenos a las
realidades latinoamericanas, resaltándose en ellos la premura por perfeccionar
mecanismos que permitan a sus fronteras convertirse en espacios territoriales
idóneos para el logro de sus objetivos.
Un Estado más activo
Los
cambios en la geopolítica internacional de las últimas décadas, han transformado
la realidad de muchas naciones. América Latina y el Caribe como referentes de sociedades con vestigios aun del
colonialismo, buscan emerger dentro de sus altos índices de pobreza y
desigualdad hacia un mundo de cooperación, integración y desarrollo.
La
democratización de los Estados latinoamericanos ha sido la piedra angular en el
nacimiento de los auténticos procesos de integración que se están gestando en
estas latitudes. Cuando varios países se proponen una “integración verdadera”,
es decir, una integración que va más allá de la simple liberalización del
comercio recíproco (integración comercialista) para alcanzar estadios más
profundos, es evidente que los países comprometidos no podrán transitarlos sino
profundizar también sus regímenes democráticos. Como bien señala Vacchino
(2002), las primeras décadas de la integración en América Latina puso en
evidencia que no existen autenticas posibilidades de iniciar y mucho menos de
profundizar un proceso de esta índole cuando en él coexisten regímenes
totalitarios y democráticos.
La
corrupción y sobre todo la violencia son características que se observan en
todos los Estados de América Latina y el Caribe desde los primeros años de la
historia de sus independencias y más adelante durante la formación de los
Estados-Naciones. Es algo muy cierto en Colombia, México y Centroamérica son
piezas claves donde el narcotráfico se ha gestado principalmente en los
espacios fronterizos como espacios idóneos para trasladar sus productos hacia
el llamado gigante del norte (Estados Unidos). El reforzamiento militar de
estas regiones no basta como solución, requiere de la presencia del Estado en
todos los ámbitos y de la coorperación con las naciones vecinas.
Otro
aspecto a resaltar en cuanto a un papel más activo del Estado en las fronteras
reside en la participación de las comunidades en el diseño, implementación y
ejecución de las políticas públicas. Los pocos procedimientos de democracia
participativa contenidos en las constituciones recientes de América Latina y el
Caribe están en deuda con las regiones fronterizas, la descentralización como
elemento importante de esta democracia participativa ha sido objeto de análisis
debido a sus virtudes y debilidades. Tal vez el reforzamiento de la capacidad
de las regiones y gobiernos fronterizos coadyuve a mejorar las condiciones de
abandono y desigualdad.
Se
considera en el proceso de la promoción de la
participación que las instituciones públicas estatales son el mejor
marco para promover a través de los programas de educación la idea de la
responsabilidad social compartida. El hecho es que todos participemos en este
nuevo y dinámico proceso de globalización, por tanto el enfoque de los
programas de educación debería intentar ser lo más crítico posible para que el
propio ciudadano no tuviera la sensación de recibir un servicio público (por
ejemplo utilizando las nuevas herramientas de la sociedad de la información)
sino de participar activamente en ese proceso de globalización e integración sintiéndose
“parte” de él. (Gourdon, H. 2007).
Una
de las misiones claves encomendadas al Estado en los procesos democráticos,
está dada por la panoplia de políticas públicas de desarrollo económico,
cultural y social que se pueden proponer y ejecutar para la integración de
todos los actores que hacen vida en las fronteras. Destacar los beneficios y el
aporte de cada uno pasa por establecer normas y reglas claras que conlleven al
beneficio de todos por igual. Los textos constitucionales de los países
latinoamericanos y del Caribe aunque mayormente expresan la voluntad de
resolver la problemática de sus ciudadanos, no cuentan con las normativas e
instrumentos institucionales para concebir estos cambios.
Un
aspecto que preocupa al Estado y la sociedad en general está referido a la
posible pérdida de soberanía a raíz de los nuevos procesos de integración y
Globalización y el papel de las fronteras como contenedor y resguardo de esta soberanía. Al respecto, la soberanía
del Estado debería representar en sus actuaciones externas el propio interés de
cada sociedad nacional al servicio del interés común de sus ciudadanos. La
soberanía del Estado debería dar respuesta a la pregunta de dónde queremos
llegar en tanto que partes de un nuevo proceso global, el cual carece de
liderazgo unilateral (al menos desde un punto de vista institucional). Frente a
esta ausencia de gobierno global, los Estados son los que están llamados a buscar
nuevas fórmulas de cooperación internacional que eviten el riesgo del
laisser-faire (dejad hacer, dejad pasar) dentro de un proceso que afecta
directamente a los ciudadanos. (Gourdon, H. 2007).
Por
último la Gobernabilidad entendida como la capacidad de un gobierno para
obtener, en el seno de asambleas representativas, una mayoría que transforme en
leyes los proyectos de su iniciativa, juega un papel importante en la nueva
concepción del Estado en sus fronteras. Así como se reconoce que la capacidad
de emitir políticas públicas está sujeta a condiciones más complejas, también
se debe reconocer que sin esta gobernabilidad, su implementación resulta
imposible. El nuevo rol debe vislumbrar un dinamismo más efectivo en las regiones o espacios
fronterizos en la búsqueda de un consenso que permita la cooperación e
integración con los pueblos vecinos en pro del desarrollo en conjunto, pero sobre
todo conservando las identidades propias de estas regiones, su cultura y
costumbres.
Conclusiones
América
Latina y el Caribe están afrontando un cambio revolucionario que tiene
repercusiones en todos los pueblos y que invita a repensar sobre el nuevo papel
de Estado haciendo énfasis en las fronteras como facilitador de los procesos de
integración y cooperación transfronterizos. Las nuevas estructuras de la
Sociedad Internacional con la creciente participación de nuevos actores, necesita
reformarse para confrontar los nuevos desafíos del proceso de globalización.
Sin embargo, en este nuevo escenario de cambio dinámico, el balance entre las
ineficiencias del sistema institucional y los riesgos derivados de una ocasional
pérdida del papel del Estado, lleva consigo a reflexionar sobre las nuevas
amenazas internas y externas que ponen en peligro la coexistencia del Estado y
la sociedad en las fronteras.
La
transformación del Estado es, sin duda, prioritaria, sin embargo se debería
recurrir a la imaginación, a herramientas coherentes y participativas que
permitan la evolución y no la destrucción del Estado a así evitar consecuencias
no deseadas. La soberanía del Estado y su aparato institucional debe concebirse
como un instrumento que permita el desarrollo de las sociedades y su
coexistencia en un mundo donde las fronteras están dejando de ser simples espacios
de paso y donde se delimita el territorio con otras naciones.
La
legitimización del Estado moderno pasa por canalizar los intereses y
necesidades de los ciudadanos dentro los constantes procesos de cambio a nivel
global y regional que se están gestando, las debilidades mostradas por las
instituciones de los Estados latinoamericanos y del Caribe llevan a considerar
interrogantes que deben analizadas por los gobiernos y las sociedades. Las
fronteras como ejes para la integración y el desarrollo y espacios
tradicionalmente abandonados, deben ser pieza primordial en el engranaje y la
exploración de nuevas ideas y soluciones que permitan mejorar la calidad de
vida de los pueblos.
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