Resumen: La dinámica de la vida en las fronteras no
ha estado exenta de conflictos y problemas tales como el contrabando, la
migración ilegal, grupos irregulares y el accionar de la delincuencia
internacional. La formulación de una política de desarrollo en los actuales
escenarios mundiales, implica no tan solo la aplicación de herramientas de
integración macroeconómica y de intercambio de bienes y servicios, conlleva a
analizar la cooperación transfronteriza como mecanismo para articular el
desarrollo y así enfrentar un fenómeno social que socava la vida de sus
ciudadanos como lo es la inseguridad. Los procesos democráticos en América
Latina y el Caribe son aún frágiles, por ello las vulnerabilidades que
enfrentan se han convertido en grandes desafíos tanto para el Estado como para
las sociedades de la región.
Palabras Claves: Seguridad, Cooperación, Frontera, Desarrollo, Políticas Públicas.
Abstract:
The
dynamics of life on the border
has not been without its conflicts and problems such as smuggling,
illegal migration, irregular groups and the
activities of international crime. The formulation of development policy in the current world stage, involves not only the implementation of macroeconomic integration tools and exchange of goods and
services, leading to analyze
cross-border cooperation as a mechanism
to coordinate the development and to deal with a phenomenon undermining social
life of its citizens as it is insecurity. Democratic
processes in Latin America and
the Caribbean are still fragile,
so the vulnerabilities they face have
become major challenges for both
the State and societies in the region.
Keywords:
Security, Cooperation, Border,
Development, Public Policy.
Introducción:
Desde comienzo de los años noventa, América Latina ha
adoptado un regionalismo abierto como estrategia para lograr su desarrollo,
perfeccionar su competitividad internacional y optimizar la coordinación de
políticas que permitan a sus estados miembros ampliar la calidad de vida de sus
ciudadanos. Lograr estos objetivos ha estado envuelto de una serie de trabas
sociales, culturales y políticas que visualizan una sucesión de retos que en
conjunto los países de la región deben afrontar si se desean alcanzar las metas
previstas.
La formulación de una política de desarrollo en los actuales
escenarios mundiales, implica no solo la aplicación de herramientas de
integración macroeconómica y de intercambio de bienes y servicios, sino que
también conlleva a analizar la cooperación transfronteriza como mecanismo para
articular el desarrollo y así como enfrentar un fenómeno social que socava la
vida de sus ciudadanos como lo es la inseguridad.
La dinámica de la vida en las fronteras no ha estado exenta
de conflictos y problemas tales como el contrabando, la migración ilegal,
grupos irregulares y el accionar de la delincuencia internacional. Estos grupos
han encontrado en estos espacios las condiciones propicias para actuar, en
virtud que las fronteras en Latinoamérica siempre fueron áreas abandonadas por
los gobiernos centrales y retiradas de las grandes zonas industrializadas y de
poder.
El constante movimiento de estos grupos delictivos a lo
largo de ambos sectores de la frontera como lo es el caso de Colombia-Venezuela,
Colombia-Ecuador, Perú-Brasil, para mencionar algunos casos, suponen para los
Estados implicados un esfuerzo en conjunto que conlleva a la planificación y
ejecución de políticas de cooperación transfronteriza que les permitan mitigar
las consecuencias de este flagelo. Dentro de estas actividades de cooperación
está la creación de mecanismos de coordinación, control y monitoreo de los
espacios fronterizos, teniendo presente que la dinámica social exige
facilidades de traslado de personas, productos, bienes y servicios que permitan
desarrollar ambas regiones sin menoscabo de su soberanía.
Nuevas realidades, nuevos actores
En la reciente IV Cumbre de las Américas celebrada en la
ciudad de Cartagena (Colombia) entre el 13 y 15 de Abril del 2012, unos de los
temas claves a discutir y de los cuales se elaboró un documento provisional,
fue el combate al narcotráfico y de las consecuencias que este problema trae a
las naciones americanas. Aunque no hubo un acuerdo final, se plantearon
diversas opciones, desde la deslegalización del consumo, hasta mejores medidas
de control. Esto demuestra la intención de atacar en conjunto con los nuevos
actores sociales, una problemática de afecta a todos por igual y que con gran
facilidad traspasa las fronteras geográficas de las naciones causando daños
irreparables en la sociedad y colocando una marca negativa en el desarrollo de
la región.
La aparición de nuevos actores en el contexto de la
cooperación transfronteriza y el desarrollo de políticas de seguridad viene
dado por la constante dinámica comercial, social, política y cultural en el que
están envueltos los países. Desde empresarios locales, Organizaciones No Gubernamentales (ONG),
grupos ambientalistas, organizaciones pro-defensa de los derechos humanos, empresas
transnacionales, organizaciones humanitarias, entre otras, pugnan a diario por
mejores condiciones para el logro de los objetivos de desarrollo en América
Latina y el Caribe. Dejar atrás décadas de atraso y problemas limítrofes,
conlleva a implementar nuevas herramientas de cooperación que permitan la
integración regional a fin de afrontar las nuevas realidades de un mundo
globalizado.
También hay que destacar otros actores no estatales, pero
que están allí presente y causan estragos en la sociedad, como lo son las
bandas delictivas, el contrabando, grupos irregulares que aún a pesar del
desarrollo alcanzado por naciones latinoamericanas, persisten y tienen su
accionar en espacios abandonados y desasistidos por los gobiernos centrales. Estos
actores igualmente forman parte de la nueva realidad que deben ser tomados en
cuenta a la hora de planificar y desarrollas políticas que involucren a los
espacios fronterizos. Entre ellos podemos nombrar a los empresarios, comerciantes,
productores agrícolas, gremios, etc.
Para afrontar estas nuevas realidades, es necesario crear
nuevos vínculos entre los actores sociales y políticos que hacen vida en las
regiones fronterizas, establecer nexos de cooperación y coordinación a fin de
que puedan enfrentar en forma compartida los problemas similares que allí se
presentan. El entorno actual de las fronteras en América Latina y el Caribe
exige innovación, nuevas estrategias y la articulación de esfuerzos, no
concebir la cooperación sin estos mecanismos, se traduciría en más retraso y
abandono de las fronteras.
La capacidad de los Estados modernos en la búsqueda de
soluciones a los problemas públicos está entredicha, es por eso que se hace
necesario involucrar a todos los actores de la sociedad sin distingo de
preferencia política o social, los recursos con los cuales cuentan los
gobiernos son escasos para satisfacer los requerimientos de un ciudadano que
cada día se hace mas exigente.
A tal efecto, Salazar,
P. (2002) resalta que:
“Los nuevos escenarios en los cuales se
desenvuelven la dinámica regional, esgrimen nuevos esfuerzos por parte del
Estado y la Sociedad en la búsqueda de mejores condiciones de vida para sus
ciudadanos, los cuales se podrán alcanzar cuando se rompan barreras que impiden
el desarrollo de los países de la región”.
Como resultado de los nuevos procesos de desarrollo en
América Latina y el Caribe y el creciente protagonismo de actores no estatales,
los Estados se han vistos obligados a cooperar más allá de los recelos propios
de las diferencias políticas y de conflictos limítrofes del pasado. Así mismo,
las consecuencias de las acciones de los actores transnacionales como el
narcotráfico y el contrabando, ponen entredicho la capacidad de respuesta de
los gobiernos y obliga a desarrollar estrategias para afrontar nuevas
realidades y la llamada nueva amenaza del siglo XXI, la inseguridad.
La Cooperación Transfronteriza como mecanismo idóneo para
enfrentar nuevos retos
Existe una necesidad imperante de reformar en América Latina
y el Caribe la dimensión política e institucional de la integración. Esta
aseveración también alude a legitimar las democracias de la región y proveer de
recursos humanos y materiales a los Estados a fin de hacer viable una serie de
políticas mediante procesos de cooperación más estables y permanentes. Los
nuevos procesos de integración del siglo XXI en la región, permiten redefinir
el concepto de frontera y de soberanía, a través de la creación de mecanismos
que permitan la cooperación trasnacional y enfrentar los retos para su
desarrollo.
De acuerdo a lo expresado por Rivera, S. (2004) “Las
políticas de cooperación tienen por objeto promover un enfoque coherente e
integrado del desarrollo regional, afrontar los retos comunes, garantizar la
eficacia y la seguridad en las fronteras y fomentar la cooperación local”. Esta definición de cooperación
transfronteriza abre una nueva dimensión del desarrollo local, rompiendo
rígidas divisiones nacionales y creando nuevas áreas de participación para
todos los actores que hacen vida en las fronteras.
Dentro de los paradigmas a romper para cumplir lo
establecido en las doctrinas de Cooperación Transfronteriza, los Estados deben
crear nuevos mecanismos de participación para los nuevos e importantes actores
que influyen en la actividad fronteriza y que han sido mucho antes de
redefinirse el concepto de integración en Latinoamérica y el Caribe, los
propulsores de los movimientos e iniciativas en esta materia como lo son las sociedades,
empresarios, comerciantes para mencionar algunos de ellos.
Así mismo, la cooperación transfronteriza presenta una serie
de dificultades que van desde el recelo por parte de los gobiernos centrales,
diferencias económicas entre los países, distintos niveles de capacidad de
gestión, divergencias en el grado de descentralización y por lo tanto en el
peso político de los actores de ambos puntos de la frontera.
La realidad contradictoria de
iniciativas de integración y de la creación de regiones o zonas de integración
fronteriza en América Latina, deja ver las dificultades e inconvenientes que
han tenido que afrontar estas regiones para hacer realidad sus propósitos. El
papel de promotores de estos mecanismos por parte de los actores de frontera,
debe ser analizado y considerado en las políticas de cooperación que se vayan a
planificar y ejecutar.
A tal efecto Rivera, S. (2004)
establece algunos pasos a seguir para el establecimiento de la cooperación
transfronteriza: 1) Información, en la cual las instituciones de
los dos territorios se conocen y “evalúan” mutuamente; 2) Consultas recíprocas antes de
implementar políticas o medidas a nivel local que puedan directa o
indirectamente tener impacto en el otro lado de la frontera; 3) Armonización de leyes y reglamentos; y
4) Integración de los territorios como
un único espacio (no se puede implementar una integración en uno o más ámbitos,
sin pasar previamente por las tres etapas anteriores).
El primer paso de la información entre ambos territorios se
ha convertido en un proceso innato de las regiones fronterizas en Latinoamérica
y el Caribe, los años de abandono por parte de los gobiernos centrales han
permitido la interacción de estas poblaciones, la necesidad de compartir bienes
y servicios, ha propiciado que las iniciativas de integración surjan de estas
mismas regiones, por lo tanto gran parte del trabajo esta ejecutado, la
compenetración social y cultural de los pueblos de frontera es un gran avance
en este propósito.
Las consultas recíprocas antes de implementar las políticas
que puedan impactar en el vecino, vienen dadas mediante la implementación de
mecanismos de coordinación y consultas que permitan evaluar las ventajas y
desventajas de las estrategias a seguir para resolver problemáticas que afectan
en conjunto a las comunidades fronterizas. La creación de dispositivos que
permitan igualmente la participación de los actores de frontera es
indispensable.
Armonizar las leyes en ambas regiones fronterizas, pasa por
articular el esfuerzo de los gobiernos centrales en este aspecto. Una de las
debilidades en los gobiernos Latinoamericanos y del Caribe, es la marcada
tendencia al centralismo lo cual provoca un distanciamiento de la realidad de
las fronteras a pesar del grado de desarrollo alcanzado y de importancia de las
fronteras en el siglo XXI. En muchas naciones del hemisferio aún las
legislaciones en materia de fronteras están desfasadas, muchas en estudios y
otras en las promesas de los gobernantes. Mientras no se logren engranar los
estatutos, códigos y demás mecanismos legales que rigen aspectos en común, no
se podrán alcanzar los niveles de Cooperación Transfronteriza esperados.
El fin último del proceso se logra al integrar como un solo
espacio las regiones fronterizas de ambas naciones. Modelos como el obtenido
por la Unión Europea han permitido enlazar sus fronteras internacionalmente,
así como han fortalecido su papel como bloque de integración. En Latinoamérica
la situación es contradictoria, esfuerzos se han hecho a fin de mejorar la
capacidad de cooperación transfronteriza, entre las causas por las cuales no se
han cristalizado los propósitos podemos mencionar el celo de actores económicos
y sociales, el pensamiento desconfiado de perder soberanía ante otro Estado, la
ausencia de una visión integral y clara sobre el concepto y los propósitos del
desarrollo, y sobre todo la falta de voluntad política que permita articular los
esfuerzos necesarios para el logro de esta meta.
El éxito de los procesos de cooperación transfronterizo
recae en la voluntad política y el papel que jueguen las instituciones
encargadas de transformar esas ideas en hechos concretos y permanentes. Una
radiografía de la capacidad de las instituciones en Latinoamérica, muestra una
gran debilidad en cuanto a la capacidad organizacional, gerencial y humana, así
como lo describe Kelly, J. (2004) al señalar que este panorama exige reforzar
las instituciones como herramienta para el cumplimiento de las políticas.
Desde el punto de vista de integración económica, el
análisis de procesos exitosos de cooperación transfronteriza entre regiones con
asimetrías económicas, políticas y sociales y con intereses distintos de
cooperación, se vuelve cada día más importante y exige de los Estados la
implementación de mejores estrategias y mecanismos de integración. El éxito del
modelo europeo cuyos frutos positivos son parte de una gran interacción y de la
incorporación de elementos de planeación eficaces, permiten visualizar una
experiencia que sirva de base al proceso en Latinoamérica.
Muchas iniciativas regionales han nacido a fin de
desarrollar mecanismos que conlleven a la cooperación e integración regional. El
Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales (ILDIS) viene
desarrollando desde 2005 el Programa de Cooperación en Seguridad Regional a
través de la realización de seminarios, estudios y publicaciones donde se ha
tratado lo relacionado a la problemática de las agendas que vienen ejecutando
los países Latinoamericanos para enfrentar las posibles amenazas a su seguridad
interna y externa en el contexto de la dinámica internacional del Siglo XXI.
La Inseguridad; flagelo sin
fronteras
Los impactos negativos de la inseguridad en América Latina y
el Caribe en el desarrollo económico y social no se limitan a gastos incurridos
en esta actividad que podrían emplearse en programas de salud y educación, sino
que también influyen en la reducción del capital humano, capital social y de
las tasa de ahorro e inversión.
Según Ospina y Giménez (2009) los costos estimados para la
región latinoamericana producidos por la violencia alcanzaron para el 2008 un
10,6% del producto interno bruto (PIB) en Colombia y magnitudes similares en
Venezuela, El Salvador, Brasil, México y Honduras. Estos costos adquieren de
igual manera dimensiones no previstas en muchas planificaciones como lo son el
aumento de la mortalidad debido a los homicidios, los cuales ocasionan mayores
gastos de los previsto en equipos y materiales para las autopsias, implementos
médicos para los heridos en riñas callejeras, accidentes con armas de fuego,
etc, así como también un crecimiento en los gastos de combustible de las
ambulancias, horas extras de conductores, funcionarios policiales y personal
médico.
También hay que resaltar los llamados efectos
multiplicadores de la violencia que son la menor acumulación de un capital
humano imprescindible para el desarrollo de los países, una menor tasa de
participación en el mercado laboral implica una reducción en la calidad de la
fuerza laboral, ausentismo laboral y la búsqueda de mano de obra en otras
regiones del mundo. Este efecto asimismo impacta negativamente en la
productividad que presenta dificultades en la concentración de esfuerzos y
recursos, desmotivación de su personal y el empleo de horas nocturnas a fin de
poder satisfacer la demanda y cumplir sus metas de producción, todo esto
ocasiona un aumento de los costos.
La discusión sobre este tema, lleva a considerar la
disminución del ahorro y la inversión con el consecuente efecto negativo en el
crecimiento económico en la región y la disminución en la calidad de vida
producto de los altos índices de inseguridad. El traslado de empresas y
fábricas hacia regiones que presentan mejores condiciones de seguridad y por
ende la disminución de los puestos de trabajo, son detonantes para que se
acrecienten los problemas de violencia. La
reducción de la efectividad de las políticas fiscales, producto de una
menor recaudación en ingresos tributarios, redunda en los planes y programas
económicos e impide focalizar el gasto social en las regiones.
La violencia domestica como otra dimensión de la
inseguridad, incide en la inserción de la mujer en el campo laboral, la falta
de concentración y desmotivación en el trabajo ha sido objeto de estudios por
parte de organismos como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) el cual en
su Informe Anual del 2008 destaca:“La violencia domestica ha reducido
drásticamente la inclusión de la mujer en programas de desarrollo comunitario,
acceso a créditos y programas, lo cual ha implicado una disminución en los
ingresos familiares”.
Dentro de estos efectos multiplicadores de la violencia en
la región y que inciden negativamente en su desarrollo, se encuentra de igual
forma la erosión del capital social necesario e imprescindible para el
sostenimiento de las democracias. La desmotivación de los ciudadanos producto
de las crecientes cifras de inseguridad, causan un efecto nocivo a la salud de
los Estados Latinoamericanos, socavando las bases morales y sociales sobre las
cuales se sostienen los gobiernos en la región.
Este panorama ha llevado a considerar a las naciones Latinoamericanas
y del Caribe el problema de la inseguridad como un objetivo primordial en sus
estrategias de desarrollo social y económico y para ello están obligados a
aunar esfuerzos en virtud que dicha problemática traspasa los límites
geográficos provocando la conformación de grupos irregulares, contrabando y
actividades delictivas especialmente en los espacios fronterizos abandonados.
Otro aspecto que está comenzando a considerarse es la
seguridad como herramienta para el fortalecimiento de las democracias en
Latinoamérica. Tras décadas de gobiernos militares y de inestabilidad política,
la región ha iniciado un proceso abrupto que la llevado a experimentar modelos
que permitan alcanzar los niveles de desarrollo esperados y mantener el orden
político alcanzado.
Los procesos democráticos en América Latina y el Caribe son
aún frágiles, por ello las vulnerabilidades que enfrenta se han convertido en
grandes desafíos tanto para el Estado como la sociedad que viven la calamidad
de problemas como el auge de la violencia, la pobreza y la debilidad
institucional para mencionar algunos. El reto de las sociedades actuales y
futuras recae en exigir y ser parte de los programas y proyectos que permitan
la solidez de los nuevos procesos de integración en búsqueda de la solución a
mediano plazo para problemas estructurales como la inseguridad.
Conclusiones
La implementación de nuevas herramientas para la integración
regional y el alcance de las metas de progreso previstas en los enfoques de
desarrollo en América Latina y el Caribe, exige de los Estados miembros un
esfuerzo para la renovación y fortalecimiento institucional, dejando atrás
vicios y errores de experiencias negativas en los procesos de integración
iniciados a finales de los años 60.
La cooperación transfronteriza no debe quedar solo en un
vago concepto, la puesta en práctica de esta definición conlleva la evolución
de las instituciones encargadas de ejecutar estas políticas y adecuarlas a las
exigencias y objetivos de la integración. Mejorar la competitividad, las
infraestructuras regionales e implementar tecnologías, permitirá preparar el
terreno idóneo para espacios de desarrollo de las fronteras. De igual forma el
mejoramiento de la calidad de vida y la coordinación entre los Estados,
reducirá espacio a la acción de bandas delictivas que operan en las fronteras,
brindándole la confianza que se requiere para la inversión.
Para ello es necesario construir mecanismos de concertación
entre las administraciones regionales y locales, que les brinden estabilidad y
continuidad en el tiempo a las relaciones institucionales y también a la
gestión de aspectos específicos de las problemáticas transfronterizas, como el
intercambio comercial, lo social, lo cultural y la inseguridad como el fenómeno
que afecta el desenvolvimiento de estos pueblos.
Para América Latina y el Caribe el proceso de cooperación
transfronteriza apenas comienza a dar frutos, de la voluntad de las autoridades
políticas y el apoyo de la sociedad dependerá que en los próximos años
comiencen a hacerse realidad nuevas ventanas de cooperación, la ofensiva
lanzada por los países Latinoamericanos en contra del sufrimiento que origina
el problema de inseguridad, permite la creación de novísimas expectativas para quienes vislumbran una
nueva agenda de desarrollo para la región.
Referencias bibliográficas:
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Rivera.
S. (2004) La gestión de la Cooperación
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problemas y desafíos. Estudios Fronterizos, Universidad de Baja California.
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