miércoles, 10 de agosto de 2011

Una Venezuela pobre, una Venezuela rica. Contrastes de un país en vías de desarrollo

Quienes no conocen Venezuela seguramente imaginarán un país lleno de riquezas debido a la fortuna que generan los grandes yacimientos petroleros  y otros minerales con los cuales cuenta esta nación suramericana. Sin embargo, ese pensamiento resulta una quimera pues la realidad reflejada en hechos y cifras indican lo contrario, Venezuela a pesar de tener la posibilidad de estar a la par de cualquier nación desarrollada, desaprovechó momentos valiosos de su historia para sumergirse en un letargo que la ha llevado a un estancamiento y  decrecimiento en lo económico y lo social.

A principio de los años 70 la abundancia petrolera vislumbraba un paraíso para el venezolano, esto impulsó grandes migraciones hacia las principales ciudades en busca de una mejor calidad de vida y contribuyó a que se sobre poblaran las barriadas y periferias de estos centros urbanos. Es así como se da la bienvenida a la nacionalización de la industria petrolera venezolana, el llamado oro negro, la principal fuente de ingresos del país.  En esa época el país entraba en una etapa decisiva con el anhelo de superar grandes obstáculos producto de la ausencia de políticas claras en materia de desarrollo, la falta de visión y voluntad de los líderes para la época y a la inestabilidad política vivida desde la muerte de Juan Vicente Gómez en 1935. Mucho fue el tiempo perdido, pero las condiciones ya estaban dadas para que el país se enrumbara hacia un mejor camino.

Hoy en día, resulta sorprendente ver como después de varias décadas de un sostenido crecimiento económico las cifras de pobres en Venezuela se mantienen entre el 48 y el 53% mientras que los precios del petróleo han crecido desde unos 15$ hasta llegar a los 100$ en el 2010, es decir el volumen de ingresos del país ha venido aumentando considerablemente, pero este incremento de recursos no ha permitido la disminución de los indicadores de pobreza. ¿Qué ha ocurrido? ¿Cómo se puede entender que con tantas riquezas, aún seamos un país saturado de pobres y de miserias? ¿Por qué aún casi la mitad de los venezolanos (53% según cifras del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD 2010) vive en la pobreza? Aún cuando el gobierno actual cambió los parámetros para medir este fenómeno de atraso y mejorar las cifras que se presentan ante el país y el resto del mundo la realidad es inocultable.

Basta con revisar el costo de la canasta básica ubicada en 6.391 Bsf para enero del 2011 y contrastarla con el sueldo mínimo actual de 1.548 Bsf, para visualizar el esfuerzo y sacrificio con que cuesta mantener un hogar y satisfacer las necesidades básicas de una familia en Venezuela, aunado a esto contamos con la inflación más alta de Latinoamérica, desde hace varios años con cifras de 2 dígitos, un 26,9% para el año 2010 y con un crecimiento negativo de la economía en un 2,6% en el 2010 son cifras nada alentadoras para las precarias condiciones del venezolano.

Así mismo, en el presupuesto de la nación para el año 2011 se observa que la estimación de ingresos se hizo al precio de 60$ por cada barril de petróleo, sin embargo, en lo que de año el precio de venta del petróleo se ha mantenido alrededor de los 100$ por barril, esto implica un ingreso extraordinario y un presupuesto extra el cual es manejado en forma paralela por el gobierno nacional sin reglas claras. Sorprende ver que se solicita cada vez más endeudamiento, a pesar de que está ingresando más de lo presupuestado. En lugar de disminuir la deuda, los gastos y buscar estabilizar la economía del país, lo que se hace es ampliar el gasto público y acrecentar el monto de la deuda interna y externa.

Las lecciones del pasado político y social de Venezuela aún no han sido asimiladas, las políticas compensatorias y el populismo de los gobiernos anteriores fue cambiado por las denominadas misiones y un populismo más radical, pero sólo con un fin electoral e ideológico que no buscar paliar las verdaderas raíces propias del problema de la pobreza, a pesar de los inmensos recursos económicos que ingresan al país, al contrario, junto a un excesivo gasto público, la ineficiencia y la corrupción, permiten que las cifras de pobres aumenten sin vislumbrarse un horizonte que nos permita hablar de una Venezuela en vías de desarrollo.

Lograr la tan anhelada calidad de vida del venezolano y reducir la gran brecha entre la pobreza y la estabilidad económica y social, pasa por un largo trabajo donde el Estado emprenda planes y políticas que puedan brindarle a sus ciudadanos las herramientas básicas para satisfacer sus necesidades, empleos dignos que les permitan superarse con su trabajo y dedicación, políticas económicas para estabilizar la inflación de casi 30% anual que corroe los pocos ingresos que se perciben y finalmente políticas macroeconómicas que permitan la reactivación del aparato industrial a fin de producir todos los insumos que requiere el venezolano, todo esto con un objetivo claro,  permitir que las estadísticas que ofrecen los organismos públicos nacionales y los internacionales sean el verdadero reflejo de lo que se vive en las calles, en los barrios, las ciudades y los campos, solo así podremos hablar de la verdadera igualdad social, mientras esto no ocurra, seguiremos con la paradójica interrogante en Venezuela: ¿por qué si somos un país tan rico a la vez somos tan pobres?.

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