sábado, 28 de mayo de 2011

Nueva Misión Vivienda Venezuela: ¿Exito o fracaso?

  
Apostar al éxito o fracaso de una política pública que apenas acaba de dar sus primeros pasos pareciera una aventura, pero dado que el tema de las políticas públicas ha sido objeto de estudio durante décadas, los hechos y resultados de experiencias anteriores permiten valorar y diagnosticar cuál podría ser el futuro de este ambicioso plan.
¿Hasta qué punto las políticas de vivienda has resultado positivas en Venezuela? ¿Cuál ha sido el resultado de múltiples planes y proyectos de los cuales no se muestran cifras alentadoras? ¿El gobierno actual ha presentado un Plan Integral de Desarrollo del País que englobe dentro de sus metas la disminución del déficit habitacional con políticas coherentes que integren a todos los sectores responsables de esta área? Estas interrogantes aún no han sido  objeto de respuesta por parte del Ejecutivo.
            Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas a finales del siglo XX, en Venezuela existía un déficit de un millon quinientas mil (1.500.000) viviendas, lo cual puede ser evidenciado por todos quienes observamos las invasiones y grandes barriadas de ranchos que se han formado en las periferias de las grandes ciudades. Luego de doce años de gestión el gobierno actual pretende, en un corto y mediano plazo, resolver con el lanzamiento de la Gran Misión Vivienda Venezuela esta problemática que afecta a millones de venezolanos. Las constantes lluvias y el fenómeno de los miles de damnificados que éstas generan, han obligado a reflexionar sobre esta realidad que ha estado presente a lo largo de toda la historia democrática de Venezuela.
            Las metas presentadas por el actual gobierno referidas a la construcción de dos millones de viviendas en los próximos seis años parecen fáciles de decir, pero la lógica y realidad del país lo contradicen, además del tiempo en que pretenden cumplirla. El primero de los factores adversos para el cumplimiento de esta meta es la escasez de los principales insumos como el cemento, cabillas, entre otros, pues a pesar de la nacionalización de la industria, con el supuesto interés de corregir el problema, solo se ha generado un sostenido deterioro en la producción y comercialización de materiales básicos para la construcción, lo cual ha ocasionado que muchos proyectos habitacionales hayan tenido que ser abandonados o paralizados por la falta de insumos.
Otro factor que ha sido ignorado, es que la complejidad de una política de esta naturaleza requiere una planificación minuciosa que tome en cuenta factores indispensables para la factibilidad y sostenibilidad de cualquier proyecto habitacional, entre ellos el urbanismo, el impacto ambiental, los servicios básicos y las vías de comunicación; sin embargo, las recientes tomas forzadas de estacionamientos y terrenos dicen lo contrario a este deber ser.
De igual forma la ineficacia demostrada durante los últimos doce años de gobierno en cuanto al cumplimiento de las metas anuales de vivienda (apenas 40.000 en el 2010), denotan profundas fallas gerenciales, sumado esto a la imposición de un modelo político que ignora el gran potencial de la empresa privada para la solución de este problema público. El gobierno no cuenta con la estructura ni maquinarias que requieren proyectos de esta envergadura, los recursos económicos han sido múltiples, pero tal parece que los elementos intelectuales, gerenciales, técnicos  y la falta de voluntad han prevalecido.
            Un censo no va a resolver la problemática. Nuevamente la politiquería, y no una política seria englobada en un Plan de Desarrollo Integral que involucre la voluntad y el trabajo de todos los venezolanos, pretende resolver una de las necesidades básicas que ha estado presente en todos los modelos de desarrollo desde la muerte de Juan Vicente Gómez en 1935 y que constitucionalmente es un derecho de todos los venezolanos. El gobierno actual ha dictado normas jurídicas en materia de vivienda para la solución parcial de este problema sin una visión holística, planificada y seria de los múltiples factores que deben tomarse en cuenta para lograr una política sostenible y aplicable que produzca resultados efectivos en el tiempo.
Sin temor a equivocarme, las variables antes mencionadas y otras que quizás paso por alto, incidirán en que la Gran Misión Vivienda Venezuela no cumpla las exigencias y expectativas de cada uno de los venezolanos que hoy sufren la calamidad de no poseer una vivienda propia y digna.

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